jueves, 22 de noviembre de 2012

CATALINA



Catalina

Piba, porque me devolviste el brillo, te dedico uno de mis últimos post del año, donde claramente brindaste luz donde había oscuridad.

“Si pudieras despejar todos los pensamientos, sacarlos de tu mente, correrlos a un costado, te asombrarías de lo que el universo te tiene preparado”.






“Me duele tanto, pero tanto, que siento como puñales en el alma, siento que mi corazón no late y mi alma la veo de color gris. Me cuesta respirar, me cuesta reír”.




Hace más de un año estaba sentada dentro de la ducha de mi casa. El agua caliente  caía con mucha presión sobre mi espalda y mi cuerpo, casi encorvado, estaba sentado viendo como el agua corría. Yo me agarraba de las rodillas, con la cabeza para abajo y lloraba mucho.

Estaba sentada, me caía agua y lloraba, día tras día salía de la ducha, me cambiaba y arrancaba mi día.  Como podía,  claro.

Yo no lloraba con amigos, no lloraba con películas, no lloraba sola en mi cama, lloraba todas las mañanas cuando me duchaba.

Me decía a mi misma: “espero que esto no dure mucho” y, claramente, luego de un tiempo, fue cuando descubrí que me había duchado, estaba cambiándome y me di cuenta, que ese día al menos… No había llorado. Costó, pero con el tiempo yo había dejado de sufrir de esa manera.

El dolor que sentía me llegaba desde la cabeza hasta la punta de los pies y pensaba “solo quiero que se vaya”. Pero creo que cuanto más querés que desaparezca, “el dolor” más se queda. Así que un día me dije: “Bancala Be, ya se va a ir, atravesalo de la mejor forma que puedas, con mucha calma y mucha fuerza”.

Amigos que se convirtieron en bastones, los tuyos son las muletas, las alas, el aire nuevo. La música, las actividades, las salidas, lo que te hace bien es lo que hace que vuelvas a vos mismo.

Una imagen fuerte del dolor la vi en unas de las películas de la saga “Crepúsculo”, donde la mina en cuestión, que es humana, es abandonada por su enamorado el vampiro. (El tipo la ama pero se aleja por amor, porque se la quiere comer, je). Muestran una imagen de ella llorando en la cama, y despertándose a la noche a los gritos por el dolor. Gritos de dolor. El padre de la piba, sentado al lado sin saber que hacer. Y ella gritando de dolor porque lo extraña y no sabe nada de él. Es una imagen terriblemente real y fuerte, muy fuerte, esa sensación de puñales en el corazón y en el alma, donde no queda otra que gritar para ver si puede irse un poco ese dolor  que está adentro de tu cuerpo.

Existen diferentes formas de dolor: el dolor del desamor, el dolor de la indiferencia, de la traición, el de la perdida por la persona que amás y que no está  junto a vos, el dolor de sentirte defraudado por los tuyos, o por los que menos esperas,  son esas marcas que quedan impregnadas en tu corazón, cicatrices que no se van, o manchitas que ya son parte tuya como si fueran pecas, lunares, que están ahí con vos, recordándote cada vez que las ves o las sentís lo que ocurrió.

Hoy convivo con ellas. Las reconozco. Las veo. Me veo. Y desde ese lugar me doy cuenta que se puede volver a brillar y a sonreír aun teniéndolas conmigo. Podríamos decir que  estoy mas alta,

Noche de estrellas, se acerca fin de año y acá estamos.

¿Cómo están? Espero que muy bien. Comencé hablando del dolor, porque de la única manera que se pueda entender lo que quiero compartir es situándolos en una ducha con agua caliente y lágrimas. Luego de estas hermosas imágenes, creo que me será más fácil  mostrar el camino por donde quiero ir y adónde quiero llegar. El camino de mi verdad parcial, y en este caso de mi historia o parte de ella.

Hace muchos años actué de “Catalina” dentro de la obra “La Fierecilla Domada” de Shakespeare. Hermoso texto, donde el personaje de Catalina es domada por el hombre que ama.
Decidí, con mis 15 años, llamar a mi hija Catalina, por la simple razón de lo simbólico, de que el amor transforma.
Ella, que comienza siendo una mujer dura, cruel, y despreciando a su marido, termina defendiéndolo ante todo el pueblo por amor. “El la ha domado, él con su amor la ha domado”. ¿Quién iba a pensar que Catalina llegaría de nuevo a mi?. Otro personaje, pero de alguna manera la misma esencia.


En marzo de este año decidí cerrar los ojos. Tenia el mar de frente, ya no lloraba tanto, pero tenia ese gustito amargo dentro mío que no me dejaba reír. Estaba acostada en una cama, en la orilla del mar con sábanas blancas… una cama casi en el medio del mar!!!. Esto es real. El dueño de la playa “Gamboa”, un fenómeno,  la había puesto ahí. Medité y me despedí del pasado, de aquello que ya no podía cambiar, pero por sobre todas cosas, me perdoné.

Contemplando el mar, la línea perfectamente recta, dejé con una respiración muy grande el dolor atrás.

Tenía que perdonarme a mi misma por no haberme sido fiel. Por no haberme escuchado. Tenía que perdonarme y dejar de castigarme por los errores cometidos, así que respiré y con lágrimas de emoción, por haberme dado cuenta, abrí los ojos y vi como la ola que se iba me dejaba una piedra marrón. La tomé, la miré y pensé que “todas las experiencias en esta corta vida pasan por algo, todas te dejan algo”. Agarré mi piedra, la guardé y me dispuse a comenzar de cero.

Supongo que uno empieza de cero pero que ya tiene un camino lleno de piedras, sabiendo lo que debe hacer o lo que no. No es un cero real, es un cero aprendido. Uno aprende.  Yo decido que la piedra sea parte de una nueva  construcción y no como símbolo del pasado, no como recordatorio, ni  castigo.

No voy a volver a caer en lo mismo. La piedra simbólicamente me demuestra por donde no tengo que volver a ir, las marcas demuestran eso. Depende de uno qué decide y que no.

 En Gamboa había sido un día largo y difícil. Viendo el sol caer, yo estaba más tranquila. Ya, de alguna manera, me había perdonado. Como dice Calamaro, ya habia guardado “mi instinto asesino en un cajón”.

Al llegar a la habitación del hostel en la playa dos de El Morro de San Pablo (increíble lugar), sonaba mi celular. Atendí.
-¿Hola, quien habla?
-Soy Jessica,
-Ah, Jessica, si, me dijo El Mago que me ibas a llamar, estoy de vacaciones, ¿cuando vuelvo nos vemos?
-Dale, te quiero conocer.

Jessica, Directora de la obra de teatro “CATALINA, una piba de plaza Flores”. Una comedia de Enredos, una adaptación.

Mi amigo El Mago me había contado que necesitaban una Catalina para su obra. En su oportunidad, por no escucharme o escuchar a otro, le había dicho que no, pero esta vez el mago me dijo “ahora no podés decirme que no”. Claramente, cuando corté supe que se venía algo nuevo, porque tuve un cosquilleo por el cuerpo. Era marzo de 2012. Yo no saltaba en una pata, pero ahí estaba, entregada a lo nuevo, a lo diferente, a lo desconocido.

Recordé años atrás al Mago insistiéndome para que lea Catalina (creo que hace tres años). El libro estuvo en mi cartera durante semanas, nunca lo toqué, nunca leí más de una página. Creo que a él le mentí y le dije que había leído la mitad del libro, se debe estar enterando en este momento de mi mentira piadosa. Lo cierto es que mi cabeza no estaba pensando en luz, en arte, en Catalina, yo estaba en la oscuridad, así que claramente mi libro durmió unas semanas más en mi mesita de luz, y ellos estrenaron con su elenco “CATALINA, UNA CHICA  DE PLAZA ITALIA”, obra que no pude ir a ver, y que muy dentro mío, me había quedado con ganas de interpretar.

Llegó el momento, hace unos meses volví de Brasil y me fui para el barrio de Flores.

Cuando conversé con la directora de la obra de teatro “Catalina”, en ese momento ya llamada “Catalina, una piba de Plaza Flores”, sentí en esa conversación millones de cosas. Sensaciones. Además de la intensidad de nuestra Directora, algo había ocurrido, algo iba a pasar.

Y no me equivoqué, porque ocurrió.


Catalina fue mi salvación, fue el comenzar a jugar de nuevo, fue volver a reírme sin parar, a llorar de risa hasta que me duela la panza. Catalina vino a enseñarme, a demostrarme que se puede y no solo eso, ME DESPERTÓ, de la mejor forma que uno puede despertarse, creyendo y sintiendo el amor nuevamente, DEJANDO EL PASADO ATRÁS-

Un grupo de personas hermosas. Un delirio de gente que se junta a compartir un pedazo de vida juntos. Almas solitarias, enamoradas o no, quizás con dolor, quizás  desencantadas, ilusionadas, pero con ganas de más, con ganas de mucho más.

Eso fuimos Nosotros



¿Cuándo comencé a ser yo nuevamente?. No lo sé, pero ocurrió. Las cosas comenzaron a rodar, y el arte volvió a mí. La energía comenzó a fluir, los lugares, la gente comenzó a renovarse, y las ideas comenzaron hacerse realidad, los escenarios cambiaron de color, las personas se hicieron visibles, los acontecimientos cobraron realidad, y yo, claramente, había encontrado amor nuevamente en mi corazón. No es importante que te amen, eso es un suceso que puede ocurrir o no, es importante descubrir la capacidad hermosa de amar que uno tiene para dar. (que es algo muy distinto). La entrega y la capacidad de amar son un don como la pasión: lo tenés o no, no lo podés forzar.


Pensé, ¿por qué contar esto? Y simple. Porque deseo que las personas que están en la oscuridad, busquen su brillo propio, porque deseo que confíen en eso que tienen ahí adentro y vayan por lo que creen. Lo comparto porque creo en esto. En la energía que va de un lado a otro, que fluye, donde suceden los acontecimientos dándonos una mano unos a otros. Como “Cadena de Favores”.  

Lo cuento porque mi deseo que es que así como lo hice yo, todos reconozcan sus piedras y hagan caminos hermosos o puentes que los ayuden a cruzar lo doloroso, caminos a lo diferente, porque el cambio es parte de la transformación, y ésta es necesaria para lo nuevo, lo no conocido y lo que todavía puede sorprendernos. La vida está relacionada con lo nuevo, con ese instante mágico que queda en tu retina y que es tuyo.


Catalina a mí me devolvió los sueños, los Sueños. Esos que están ahí para realizarse y para hacerlos piel en esta vida, no en otra, sino en ésta, en la terrenal, en la que tocamos y sentimos, en la que puteamos si es necesario.

En esta vida  donde yo opto por el reconocimiento de uno mismo, donde está bien pelearte con el que ves todos los días, es sano también no estar de acuerdo, donde nos reímos del miedo que tenemos ante el otro nuevo, y propongo que nos hagamos cargo de eso.

Vivir comprendiendo que muchas cosas son complejas, y que llevan mucho tiempo y mucho valor para poder atravesarlas.

Esta vida, que no es eterna, donde realmente no sabemos si nos vamos a despertar mañana, donde cada respiración debería ser disfrutada al máximo, y donde comprendiendo que estamos inmersos en un contexto difícil de sobrellevar y difícil pero no imposible.

Podemos rendirnos, o podemos ir por aquello que creemos y que deseamos. Podemos enojarnos eternamente o amigarnos con aquellos que no nos hablamos hace años, o quizás, y mas caótico, podemos enojarnos con nosotros toda la vida, o... podemos reírnos, ver el sol con una sonrisa, llorar por los que ya no están extrañándolos y recordándolos de la mejor manera, también soltándolos por un rato. Poner lo mejor de nosotros mismos, amar a los nuestros con todo el ser, estirar fuerte las piernas, cantar bien alto, o ¿por qué no?, sonreír a cada lugar que vas, que entrás generando una diferencia enorme en los demás.

Y, sobre todo, recordar el brillo que tenemos dentro, lustrarlo y no dejar que nadie ni nada NOS AMARGUE LA VIDA.

Como diría Catalina, “Es uno quien arma su propia historia, es uno quien decide su propio camino”.


Esos dolores Dulces


Salía de un bar hace cuatro años, había tomado un Speed con vodka, tenia puesto mi saco marrón de cuero que tanto amo. Hacía mucho frío y me tomé un taxi.  El tachero frenó y me dijo: “me quiero matar.  Hoy me mato. No quiero vivir más”, y se largo a llorar.

Me asusté. No se porqué no atiné a bajarme corriendo muerta de miedo. Por el contario, le dije que estacione. Le pregunté qué le pasaba. Y me dijo que no tenia por qué vivir, no había familia, no había sueños, no había amigos, no había amor y varios problemas más. Siempre creo que soy rápida para tener respuesta para todo. No la tuve. Sin embargo, algo pasó en ese segundo de silencio que hubo  y le dije: “¿Usted es creyente?”, me dijo que si.
Y le dije: “a veces los ángeles venimos vestidos de saco marrón”. Se dio vuelta y me miro, abrió los ojos grandes.

Le dije: “No se mate. La vida es hermosa, le va a llevar tiempo descubrir cuán hermosa es, pero dependerá de usted. Confíe y crea en usted, en  sus convicciones”.

Sin más, me bajé del auto. Lloré en la puerta de mi departamento de Colombres  una hora. Me angustié preguntándome por qué le había dicho lo del ángel. Yo no era un ángel y sin embargo, al rato me fui calmando y me dije: “No Bett, no le mentiste, le dijiste la verdad, le dijiste tu verdad, lo que a vos te sostiene, lo que a vos te hace vivir y lo que a vos te da brillo”.

Le dijiste que crea en él mismo, porque esa será, de alguna manera, la mejor manera de salvarse.

Ojalá me haya escuchado.




“No llores más, que la noche es larga, ya no duele el frio que te trajo hasta acá, ya no existe acá, NO EXISTE ESE FRIO QUE TE TRAJO. NO QUIERO QUEDARME SENTADO, NO QUIERO VOLVER A TU LADO, CREO QUE ME GUSTA ASÍ”

Gracias ELENCO POR SER CONTEXTO.


“Quizás mi vida no sea tan caótica y es el mundo el que si lo es.”



Gracias por leerme, por el respeto hacia mis formas de pensar y alegrarse conmigo contagiándose con alegría  de esta hermosa  y ¿por qué no? Puta Vida.

BET













1 comentario:

  1. Muy bueno Bet, creo que todos en algún momento pasamos por momentos de dolor tal como describiste al principio..y que de cada dolor, sea por situaciones de la vida o por personas que nos lastiman y decepcionan, lamentablemente se aprende y con tiempo..mucho tiempo nos hacemos más fuertes y es ahí cuando podemos empezar de alguna forma de "cero" otra vez; lo importante siempre es empezar. Me encantó Catalina, gracias por hacerme participe de esa historia y por compartir tus historias, vivencias y pensamientos aca. Abrazo,

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